Nuestra
casa de Segura tiene un patio empedrado a la antigua usanza, que hizo el que
fuera mi buen amigo Julián González (q.e.p.d). Segureño donde los
haya, y que hubiera llegado a la máxima distinción de un serrano: “El hermano
Julián”, si no hubiera fallecido relativamente joven. En fin, Julián "Bullan" era en el sentido literal de la palabra, como
diría D.Antonio Machado, una buena persona. Que Dios nuestro padre lo tenga en
su santa gloria.
Desde nuestro patio se
divisa una magnífica vista del valle del Trujala, desde la Puerta de Segura, Orcera,
hasta Cortijos Nuevos, así como las torres defensivas de Santa Catalina, el
castillo de la Espinarea y el castillo del Cardete ¡Ah! Y al fondo los Campos de
Montiel: La Puebla del Príncipe, Villamanrique… ¡ahí es ná!
Segura de la Sierra desde octubre del 2017, tiene a gala estar considerado como uno de los pueblos más bonitos de España.
A
lo largo del año desde mi patio he visto amaneceres y atardeceres que te hacen
“llorar” de alegría o nostalgia; tormentas que te ponen “la piel de gallina” o
nevadas que hacen que te pegues a la chimenea y decir: ¡aquí me las den todas!;
así que he decidido compartir estos momentos con fotos en varios “collages” que
“a mi modesto entender” justifican que Segura sea “UNO DE LOS PUEBLOS MÁS
BONITOS DE ESPAÑA”.
EL AMANECER
EL ATARDECER
NIEBLA EN EL VALLE
TARDE DE TORMENTA
LA NIEVE
JORGE MANRIQUE DESDE “SU PATIO”. Al FONDO:"EL YELMO"
Termino
con don Francisco de Quevedo y Villegas, que
estuvo ligado en ciertos momentos de su vida a la Sierra de Segura. El
creador del Conceptismo visitó en alguna ocasión la villa en los frecuentísimos
viajes, unos por placer, otros por obligado destierro, que realizaba a su
señorío de la Torre de Juan Abad (Ciudad Real), remanso de paz y tranquilidad, donde escribió muchas de sus obras en prosa y poesía.
Él
mismo hace referencia a ello en el romance titulado "Itinerario de Madrid a su
Torre", escrito en 1631, en el que describe el camino desde la corte a su
señorío de La Torre, su Aldea, como el gustaba llamarla. En este romance dedica
un fragmento, no carente de cierta ironía, aunque con cariño, a la villa de
Segura de la Sierra. Al parecer, debió de coincidir Quevedo en una época del
año con un frío terrible, que dejó reflejado en los siguientes versos, un
fragmento del Romance LVIII del libro antes citado. Después de salir de Toledo
escribe: (...)
"...Partí desde aquí derecho,
antes sospecho que zurdo,
a Segura de la Sierra,
que es un corcovo del mundo.
Los vecinos deste pueblo
viven todo el año junto;
y un mes batido con otro
gozan a diciembre en junio.
Las viñas, para no helarse,
tienen los meses adustos;
a las cepas con cacheras,
con tocadores los grumos.
Es gusto ver un castaño,
de medio de los diluvios,
con su fieltro y su gabán,
por agosto muy ceñudo;
un peral con sabañones,
cuando en Aranjuez maduros
recelando que los rapen,
ya han puesto en cobro su fruto..."
(...)
Jaén, 14 de octubre de 2019
Bibliografía:
Texto, fotos,
maquetación y collage: Miguel Mesa Molinos