lunes, 25 de mayo de 2020

ME VOY PARA LA VEREA DE ARRIBA “VIRTUALMENTE”



   Mañana DM mis jefes “Los Carlillos”, mejor “mis amigos”, se van de verea ¡Ya toca! Las ovejas estarán nerviosas,  como si las estuviera viendo, de portillo a portillo dentro de la dehesa, pensando en el frescor de los Campos de Hernán Pelea. Yo en cambio este año me toca “quedarme en casa”. Pero si Los Carlillos se creen que me voy a quedar con nostalgia, la tienen cruda. “Virtualmente” los acompañaré día a día, e iré junto al hato dando ánimos. ¡Leche! Pues no se me está haciendo un nudo en la garganta. Como siga así se me caerán dos lagrimones.

   Desde aquí les deseo lo mejor,  y como todos los años, que nuestra madre La Virgen Milagrosa de la Matea los acompañe, a ellos y a todos los pastores trashumantes de Santiago –Pontones. Mejor pastora que Ella…. Yo me quedo con mis dos ovejas virtuales,  que las pobres son muy bonicas y no dan la lata.



   !Hasta mañana! Por ciento hoy toca poner los cencerros, contarlas, y preparar todo para mañana salir muy temprano hacia la explanada de la Virgen de Estrella…. Mi recuerdo al “Moro” y “Lince” que por desgracia no irán.

   Un abrazo de vuestro amigo Miguel.

La despedía

   Como buen serrano adoptivo, ahí va “la despedía” pa´ mis amigos de la Matea y como soy ya mayor me permito hacerle un precioso regalo dedicado a su Pastora ¡La Milagrosa!

A UNA FLOR AZUL


“Coge una flor en tus manos y espera un buen deseo”


Entre las hierbas secas de un jardín abandonado,
surgió una flor: era pequeña y azul,
casi escondida, pero era ella…sin igual;
parecía sola, extraña, distante, pero ¡no! era ella…
atraía las miradas de los otros;
hacía que sonaran trinos y cantos;
embellecía el  suelo yerto; era sencilla y humilde,
una sola…

Los hombres la miraban, los pajotes secos
la adoraban… era su reina…
recuerdo de pasados esplendores.

 La flor azul daba sentido a todo aquel espacio,
hasta pudieras ser que por la flor siguiera allí
el prado seco y las casas ruinosas, la rica y la pobre,
y la cerca caída… pues sin ella todo hubiera muerto,
¿para qué, sin la flor, tanta tristeza?
Era una flor azul.

Por las noches la luna, agradecida,
derramaba en ella su esplendor;
el sol, durante el día, calentaba su cuerpo
y una estrella, del infinito cielo, se fijó en ella,
así la flor se hacía más guapa y más bella.

Y era una flor, sólo una flor…eso sí, azul y sola,
en medio de un chal amarillento,
con deformes esquinas y flecos mal cortados.

Pero ¡qué bonita era la flor!
parecía al niño, que en la cuna mueve las manos y mira,
y su cuerpo se va por la mirada, hablando su canción.

¡Qué bonita era la flor y qué azul tenía la flor!
Parecía inmaculada como el cielo,
vivaracha como niña, vestida de encajes de bolillos,
con puntillas bordadas y cenefas de punto…
pero de color azul.

¡Cuánto decía a quienes pasaban por el camino cercano
hacia el hogar!

Aquella solitaria flor hablaba de vida, de esperanza y amor;
ofrecía  sus olores, su presencia, su corola,
suplicaba compañía, una mirada, un adiós…
a todos decía algo, aquella flor.

¡Cuantas cosas puede decir una flor!
En el mundo, nuestro mundo, existe esta flor;
la llamamos de muchas formas,
parece débil y delicada, pero seduce…
está llena de color, de esperanza, de fe y de AMOR.

En la vida, siempre hay una flor;
ya sea, acompañada de enjambres de macetas,
o solitaria y cercada de espinas,
en los rosales, entre hierbabuena o toronjil,
con alelíes, clavellinas o margaritas,
o claveles o azucenas… flores al fin,
que no hay mundo sin flores mil.

La nuestra que era azul, estaba sola,
rodeada de pajotes, ya lo dije,
y poco más…
pero atraía la mirada de las gente
por sólo su presencia;
atraía al sol, a la luna y a las estrellas,
de modo que concentraba en sí mucha belleza,
tan preciosa era…

No hubo nadie que la arrancara de su sitio,
aunque estoy seguro, que otra hubiera nacido en su lugar.

Este poema es un canto a la vida y a la naturaleza y que mejor se puede representar en la Virgen Milagrosa.

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote Diocesano

Jaén, 25 de mayo del 2020

Fotos, texto y maquetación. Miguel Mesa Molinos
Poema: “A una flor azul”. Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.


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