Las bondades que ofrece vivir en un pueblo
¡A la paz de Dios! Como ya peino
canas, es un decir, antes de explicar a mi corto entender qué bondades ofrece
vivir en un pueblo, me gustaría comentar
que soy de capital, nacido y ensolerado en Jaén, aunque tengo la suerte de
llevar más de 35 años en Segura de la Sierra, considerándome como hijo adoptivo
del pueblo, y diría más, de la Sierra de Segura.
En Segura “nos invitan a las bodas y nosotros
vamos a los entierros”, y por desgracia hay más de lo último que de lo primero,
al menos de un tiempo a esta parte ¿Qué quiero decir con esto? Pues que siento
muy adentro a este pueblo que nos acogió hace muchos años, y bajo esta
experiencia de tanto tiempo intentaré explicar qué bondades ofrece vivir en un
pueblo.
Podría entrar en los tópicos de que
el entorno es tranquilo, que se vive de una forma más sencilla que en la
ciudad, permite vivir cerca de la naturaleza y disfrutar de bellos
paisajes, respirar aire más puro, que el coste de la cesta de la compra es más
barato, el transporte, etc. etc., pero al margen de lo que es evidente, para mí
lo más importante es:
- Que tus vecinos son como los vecinos que conocía en mi niñez cuando vivía en la plazoleta de la Sección Femenina: Pepe “el percha”, Pepe “el ratón”, “Mama Pepa”, Juanín, Leli, Carmela…
- Que cuando haces un trato o quedas con alguien en hacer cualquier cosa y te da la mano ¡eso va a misa!, pues los vecinos de cualquier pueblo, al menos la inmensa mayoría, por las mañanas se “visten por los pies”, como decía mi padre q.e.p.d.
- Que su casa es la tuya de verdad, y no a medias tintas.
- Que cuando llegan las fiestas, la vida cotidiana se paraliza de verdad tres días, para vivirlas intensamente. Primero la fiesta religiosa de la Patrona, en mi caso La Virgen del Rosario, y de camino en La Matea, “La Milagrosa”, después la liga en un chiringuito de unos que vienen todos los años de las Navas de San Juan, ¡ah! el almuerzo, después de los toros, unos “tallos” con chocolate y los cubatas de la tarde. A la noche, después de visitar otra vez el chiringuito, una “miaja” de baile y la “despedía”, y todo esto con los vecinos de todo el pueblo ¿Qué se puede pedir más?
- Ir por la calle, aunque sea a comprar el pan, te paras con unos y con otros, vamos, que llegas tarde a tus quehaceres si te descuidas un poco.
- Que con tus vecinos sufres y te alegras de sus males y de sus alegrías, aunque no sean tu familia, pero estás ahí y eso lo vives intensamente.
- Que tus vecinos tienen gracias y ocurrencias “pá reventar”. Un día se murió mi vecino Kiko y estábamos en una pequeña habitación de su casa el hermano Andrés “El Bandolero”, La mujer del difunto, Bienvenida, mi mujer y yo, y Kiko de cuerpo presente...”El Bandolero” le pregunta a Bienvenida ¿Tiene puesto Kiko el reloj?, está sale corriendo y efectivamente lo tenía puesto en la muñeca... la escena vivida es para el recuerdo y sin comentarios.
Y así podría seguir contando que tenemos espacio y tiempo,
vives las estaciones más apegado a la naturaleza y coges sus frutos. En tiempo
difícil llega la penuria pero no la necesidad, y nada pasa por alto para lo
bueno y lo malo.
Pero todo no va a ser tan bonito. En el otro platillo de la
balanza está la falta de trabajo, de servicios públicos en general, como el transporte
para poder ir a cualquier lugar y para muestra en Santiago - Pontones, aunque
parezca mentira, no hay autobús de línea si quieres ir o salir del pueblo, y
para el Levante, ni te digo..., de
lugares de ocio tal como los entendemos en nuestra forma de vivir de urbanitas,
y si hablamos de la Universidad eso ya
es otra cuestión, aunque se quedaría uno sorprendido si le preguntas a
cualquier persona del pueblo, por muy humilde que sea, qué carrera tienen sus
hijos: Ingeniera naval, ingeniero industrial, médico, bióloga, veterinaria,
informático... pues el esfuerzo de los padres para que sus hijos tengan mejores
oportunidades que ellos, es admirable.
Como colofón me quedo que con la humanidad que se vive en los
pueblos, no se vive en ninguna ciudad. Nunca estás solo, aunque te falten muchas comodidades, pero yo
digo como aquel que le preguntaron
¿tienes frío? Y contestó el paisano ¿Para qué? si no tengo abrigo…
Al final me quedo con una preciosa puesta de sol que no tiene
precio, desde el patio de una casa de
Segura, que puede ser desde cualquier atalaya, balcón, terraza… y eso solamente
se puede vivir en cualquier pueblo de nuestra querida tierra.
Jaén, 13 de septiembre 2020
- Artículo en el Diario JAÉN , 13.09.2020
- Texto y fotografías: Miguel Mesa Molinos
Querido amigo.
ResponderEliminarHas escrito un magnífico, y sentido, canto a la naturaleza. Un "Beatus ille" del siglo XXI.
Enhorabuena.
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Beatus_ille
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Otro que pensaba como tú, pero en el siglo XVI, era fray Antonio de Guevara.
http://www.filosofia.org/cla/gue/gueca.htm
Amigo Santiago, no tengo palabras para responderte. Muchas gracias y un abrazo.
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