En ocasiones me he
cruzado en las calles de Segura con visitantes que me han preguntado ¿qué se
puede ver aquí?, a lo que les contesto: Están en uno de los pueblos declarados
más bonitos de España, y que además de sus monumentos y lugares singulares, tiene
un historia riquísima, pues por aquí pasaron los griegos, romanos, visigodos,
los árabes, que dejaron su legado como el Hammam (1) o baño moro entre otros, que también
estuvo aquí establecida la Orden de Santiago, a la que se debe la construcción
de la iglesia parroquial de la Virgen del Collado (2), la ampliación del recinto
amurallado de la ciudad (3) con sus puertas de Góntar, Nueva, Catena,
Orcera…y la plaza de toros, la más antigua de España, que fue plaza de armas
del castillo, la Iglesia de los Jesuitas… además les recomiendo callejear por
su casco antiguo y contemplar desde la puerta Catena en el recinto amurallado:
el Yelmo, el cerro de San Vicente, donde estuvo la ermita de San Vicente
destruida por las tropas francesas (4), la línea defensiva del valle del
Trujala (5)
con el castillo de la Espinareda, las
torres defensivas de Santa Catalina, el Castillo del Cardete…, pero para
mí hay un lugar especial que siempre recomiendo no dejar de visitarlo: El
lavadero público de Góntar.
[Dejo
aquí los enlaces a mi blog y página web en donde podéis ver los monumentos e
hitos que he indicado con más detalle].
(1) 👉 IGLESIA
PARROQUIAL “NUESTRA SEÑORA DEL COLLADO” DE SEGURA DE LA SIERRA
(2) 👉EL HAMMAM DE SEGURA
DE LA SIERRA
(3) 👉EL RECINTO
AMURALLADO DE SEGURA DE SIERRA
(4) 👉 RUINAS DE LA ERMITA
DE SAN VICENTE MÁRTIR.
(5) 👉 ARQUITECTURA MILITAR
PARA LA DEFENSA DEL VALLE DEL TRUJALA.
Trascribo la
introducción de un estudio: ``El lavadero público en Murcia. Aportación al
conocimiento de la arquitectura del agua´´ de José Antonio Melgares Guerrero.
Servicio de Patrimonio Histórico, que creo a mí entender que explica de manera
meridiana la pregunta del enunciado.
“…El
lavadero, como unidad antropológica nace como respuesta a una necesidad
doméstica ancestral vinculada al sexo femenino, y viene a ser una prolongación
de uso común, del espacio familiar individual.
El lavado de la ropa que constituye el ajuar de la familia, tanto la de uso común como la propia de cada individuo, se manifestó como necesidad perentoria y periódica desde que el hombre comenzó a cubrir su cuerpo con tejido de fibra, y las ofertas y costumbres higiénicas fueron en aumento. Fue a partir de entonces cuando la mujer buscó corrientes de agua cercanas al lugar de residencia, y suficientemente alejadas de sitios de abastecimiento humano y animal, para lavar (a base de procedimientos diversos según las épocas), las ropas de uso de la unidad familiar.
Lo que originariamente debió ser un lugar
simplemente protegido de los rigores climáticos, elegido por observación y consejo
entre las mujeres de una pequeña sociedad tribal, utilizando el paso continuo o
periódico de agua de un
sitio a otro y piedras planas proporcionadas por la propia naturaleza para
frotar las prendas y arrancarles de este modo la suciedad, fue convirtiéndose
por uso y costumbre en sitio tenido en cuenta por las autoridades locales y
protegido posteriormente incluso por ordenanzas que regularon su uso y
salvaguardaron de algún modo la intimidad del lugar.
La exclusividad en la asistencia al sitio en
cuestión, por parte de la mujer, confiere al lavadero la característica de ser
espacio y punto de encuentro femenino. Lugar de flujo y transmisión de
información sobre aspectos de la comunidad en que transcurre su vida.
Antiguamente, se consideraba espacio donde la
mujer contaba con menor presión social y familiar y, por tanto, muy propicio
para el encuentro entre géneros. Se ha dado el caso, en tiempos recientes, en
lugares tan alejados geográficamente como Marruecos, la Comarca de los Vélez en
Almería, y el valle de Ricote, que, una vez instalada el agua corriente
domiciliaria en el pueblo, determinarse por el ayuntamiento prescindir del
lavadero público y utilizar el solar para otros usos. En todos los casos
(representativos de otros muchos), la negativa de las mujeres del lugar fue
unánime, aun no asistiendo al mismo con la asiduidad de antaño.
Mediados
del siglo XX (foto: Jaén en Blanco y Negro)
Modernamente, la importancia de este espacio es relativa, aunque sigue siendo relevante en cierto modo por cuanto que, ocasionalmente se sigue utilizando tanto por su funcionalidad (lavado de prendas muy sucias, o muy grandes, o incluso para el lavado a mano de prendas que requieren mejor aclarado), como por tener un nuevo sentido como lugar de encuentro ya que la lavadora doméstica ha restado obviamente posibilidades de sociabilidad. Asimismo, en lugares donde carecen de piscina pública, o las dimensiones de aquélla son de naturaleza superior a las necesidades de un grupo social determinado, el lavadero se utiliza como lugar de baño estival por niños y adolescentes, como continuación de la vieja costumbre de zambullir en el mismo a los niños que acompañaban a sus madres durante la época veraniega.
04_Grupo de mujeres en el lavadero público de la Fuente de la Peña.
Mediados del siglo XX (foto: Jaén
en Blanco y Negro)
Dos notas también características del lavadero
público local: al mismo no sólo asistían mujeres a lavar su propia ropa y la de
su familia, sino otras asalariadas de casas adineradas, nobles e hidalgas que
eran respetadas por el resto de las compañeras por su vinculación a la élite
social.
La exhibición de telas y vestidos, a veces de
importación y por tanto poco conocidos para el resto de las allí presentes,
constituía motivo de admiración y comentario para el conjunto. Asimismo, en el
lavadero había un código de entendimiento tácito por el cual cada una de las
usuarias sabía dónde debía ponerse en cada momento del proceso del lavado.
Había sitios para el enjabonado, para un primer aclarado y para el apurado,
evitando así molestias a las vecinas por razones obvias...”
Después de esta introducción,
toca ahora describir el lavadero público de Góntar, y para ello lo mejor es hablar con alguna de
las personas del pueblo que sufrieron en
`sus carnes´ los avatares de lavar en
ese lugar; por cierto, era el único que
había en el pueblo. El lavadero está situado a unos 400 mts de la población en
un paraje llamado Góntar, junto a los
restos de la Torre de Las Eras y del recinto amurallado.
Puestos manos a la obra, fui a casa de mi vecina Julia en el barrio de la Puerta de Orcera en Segura de la Sierra, mujer muy respetada y trabajadora, donde las haya, aunque los años no pasan en balde y ahora se encuentra un poco fastidiada, pero con una voluntad de hierro.
La lejía de ceniza.
Haciendo un inciso, a la lejía le llamaba “recuelo”. Se hacía a base de echar ceniza sobre un cubo de agua (La proporción adecuada para una lejía concentrada, era una parte de ceniza y cinco partes de agua). Posteriormente se calentaba, se removía y a esperar a que se enfriara. La ceniza se posaba en el fondo del cubo obteniéndose una disolución de óxido de potasio de color amarillento, que una vez colada, estaba ya dispuesta para su uso.
El jabón
EL jabón que se utilizaba era casero, se hacía con aceite usado, sosa cáustica y pez.
La pez es un material producido a partir de la destilación de la resina de árboles, especialmente pinos, que se usaba tradicionalmente para diversas tareas de impermeabilización, especialmente en barcos de madera. Durante siglos, fue uno de los complementos fundamentales en las humildes economías de las zonas serranas.
A la mañana siguiente, vuelta al lavadero, se aclaraba la ropa y se tendía al sol. A veces le salían a la ropa unos `róales amarillos´ por la mala aplicación del jabón, a los que las segureñas les llamaban `asores´ y servían para reírse de las compañeras gritándole ¡vaya asores que tienen las sábanas!
A las ropas blancas para aumentar su blancura, una vez secas por la acción de los rayos solares, las rociaban con frecuencia con agua limpia. Esto tiene su fundamento en la acción blanqueadora que proporciona la evaporación rápida del agua. Si esta operación se repetía, el blanqueo era mayor.
El cañete
Para el secado de la ropa, en la parte trasera del
lavadero había una zona que solía estar siempre verde y que le llamaban `el
cañete´. Las mujeres se iban de madrugada para pillar sitio y así poder tender.
También usaban unos cambrones que existían un poco más arriba en la solana.
09_ El cañete. La puerta de dimensiones reducidas que se observa en el lateral, da acceso a la galería de captación del agua.
Esta zona verde es debida a la humedad que allí existe, pues se encuentra justo encima del nacimiento del agua del lavadero. Además como las mujeres para blanquear la ropa espolvoreaban agua sobre las sábanas, p.e.j., esto hacía que la humedad del prado se mantuviera, permaneciendo todo el verano verde y frondoso.
El nacimiento del agua del lavadero
EL agua nace en la ladera del monte a unos 50 metros del lavadero. Para la captación construyeron una galería visitable de dimensiones reducidas que finalizaba, por una parte en unas galerías en `forma de pata de gallina´ y por otra, en los caños del pilar que se encuentran en el interior del lavadero.
Cuando hoy en día los foráneos nos acercamos a
estos lavaderos y los consideramos como una atracción turística más de los
pueblos o ciudades que visitamos, pocas veces nos paramos a pensar el verdadero
significado del estos lugares. Estos lavaderos fueron durante mucho tiempo el
único sitio donde las mujeres podían reunirse libremente sin estar bajo la
mirada y tutela de maridos y padres. Aquí, aunque estaban realizando uno de los
trabajos más duros atribuidos a las mujeres,
podían hablar de sus cosas,
contarse sus penas y alegrías, pasar un rato agradable con sus vecinas… Eran
lugares de socialización y esparcimiento y aunque llegaran a sus casas hechas
polvo del trabajo realizado volvían con el ánimo ´curado´ para poder aguantar
otra jornada de trabajo en casa o en el campo, trabajos que como el de
lavanderas tampoco estaban reconocidos.
11_Accesos y exteriores del
lavadero.
12_Interior del lavadero.
13_Vistas del castillo y fortificación desde el interior del lavadero.
14. Albercas de riego para los
hortales.
Jaén, 15 de junio 2022
Bibliografía:
`El
lavadero público en Murcia. Aportación al conocimiento de la arquitectura del
agua´ de José Antonio Melgares Guerrero.
* Fotografías,
texto, dispositivas, maquetación: Miguel Mesa Molinos.
La lectura de esta publicación ha dado lugar a que varios lectores pregunten por el origen del término GÓNTAR, pues en nuestra Sierra de Segura existen varios enclaves con este mismo nombre: Piedra de Góntar, Raja de Góntar y Collado de Góntar en los Huecos de Bañares, y en Yeste (AB) la aldea de Góntar, que está muy próxima a los Huecos de Bañares y al Parolix. Por cierto, los Huecos de Bañares son un enclave con 17 aldeas que es término de Segura de la Sierra, pero que se encuentra enclavado en el término de Siles, y el Parolix, es una aldea que la mitad pertenece a Yeste (AB) y la otra mitad a Segura de la Sierra (JA).
Puesto al habla con la oficina de Turismo del Ayto. de Yeste, me informan al respecto: En Yeste (AB) existe una pedanía que se llama Góntar. Esta aldea en tiempo de los Godos (entre mediados del siglo V y comienzos del siglo VIII), se llamaba GUTTA, que significa: “Poblado situado al pie de la Sierra del Molino”, según el escritor de Yeste, ya fallecido, José Rodríguez Torrente en su libro “Yeste, Villa y pedanías”
Precioso articulo Miguel.un abrazo desde Segura
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, otro abrazo para ti.
EliminarMiguel, como siempre un gran artículo.
ResponderEliminarEs raro andar por estas sierras y no encontrar un lavadero o una piedra plana haciendo de “losa” en la orilla de algún arroyo cerca del cortijo.
Siempre me ha llamado la atención lo bajas que estaban colocadas esas losas en los lavaderos.
Como dato curioso, en algunos puntos de la península, la losa es también conocida como “panera” y posiblemente este nombre lo recibe por su parecido a la tela de la pana.
Amigo Ramón, tengo en mi lista maravillosa de "pendiente", hacer un inventario de los lavaderos de las aldeas de Segura y Santiago, incluidas sus historias que deben ser apasionantes, y voy a empezar por los Huecos de Bañares, que en Segura, hay aun vecinos que vivieron en las cortijadas. Ya te iré contando. Gracias por tu comentario. Tu amigo Miguel.
EliminarMuy bien. Mi madre ha lavado mucho en la Fuente la Peña. Y a pesar de las penurias que pasaba, se divertía mucho con sus vecinas. Ella era muy pequeña para ir sola, y aprovechaba para ir con ellas a lavar. Lo peor era traer y llevar tanta ropa, mi madre vivía en la calle El Bazo. A veces, pasaban hombres con bestias, y como la veían tan pequeña, le quitaban la canasta y se la echaban al mulo o borrico.
ResponderEliminarMi madre nos ha contado muchas historias, una de ellas es esta. También lavaba con ceniza, y planchaba con plancha de carbón....se ponía, negra como dicho mineral, cuando se le manchaba la prenda....Vuelta a lavar.
La gente de hoy no sabemos nada de nada...se nos da todo hecho.
Amiga Juana Marí, gracias por tu cariñoso comentario. Un beso para ti y otro para tu madre. Tu amigo Miguel.
Eliminar¿De dónde vendrá el nombre Góntar, que lo encuentro en varios lugares de la Sierra?
ResponderEliminarLavadero de Góntar en Segura de la Sierra
Piedra de Góntar, raja de Góntar y collado de Góntar en los Huecos de Bañares
Aldea de Góntar en Yeste (AB).
Amigo Ramón , al hilo de tu pregunta he incluido en el blog un anexo I: Góntar - Gutta, que te da respuesta. Un abrazo y gracias por leerlo.
EliminarMagnífica y verdadera narración. Nosotros, los guiris nacionales vemos la Sierra de una forma bucólica e irreal que no se corresponde con la realidad de las vidas de los serranos, donde había sufrimiento por el duro trabajo y donde no sobraba nada, solo la carestía de todo y la ausencia de los servicios más elementales.
ResponderEliminarAmigo Ángel, llevas más razón que un santo. Gracias por el comentario y un abrazo. Tu amigo Miguel.
EliminarEn verdad, aquello era una terapia colectiva que paliaba, aun parcialmente, la soledad y la discriminación reinantes para ellas. Muchas gracias. Un abrazo,
ResponderEliminarAmigo Antonio, muchas gracias por tu comentario, otro abrazo para ti.
EliminarMiguel me ha recordado aquí en mi tierra también tuvimos lavadero con losas y yo con 11 años más o menos, yo recuerdo de irme con mi madre alabar ella lavaba y yo le ayudaba a ondear le llamábamos ondear la ropa qué tiempos aquellos Miguel bonito texto todo lo que ha escrito un abrazo.
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