domingo, 27 de noviembre de 2022

LOS TRASHUMANTES REGRESAN A SIERRA MORENA

    Antonio Rodríguez Rodríguez, veterinario y ganadero

    27 de noviembre de 2022. Tras un verano muy caluroso, al que precedió una primavera escasa en precipitaciones y continuó con un otoño seco, se aproxima el invierno. Los árboles de hoja caduca permanecen vestidos. Las higueras mantienen su verdor, impropio de la época del año en la que nos encontramos. No parece que otoño estuviera próximo a su fin. Durante el día uso ropa de verano. A la puesta del sol refresca algo, pero nada que no se solucione bajando las mangas de la camisa. ¡Es la fecha! Los trashumantes deben regresar a Sierra Morena, aunque el tiempo sea extraño para encontrarnos a las puertas del invierno.

Pinta muy feo. No saben qué hacer. Miran al cielo. El obstáculo no es la falta de comida. Que si lo es. El gran problema es la falta de agua para abrevar el ganado. La mayoría de las fincas solo disponen del líquido que les cae de arriba. No están acondicionadas para lo que auguran los científicos: las precipitaciones cada vez serán más escasas. Los propietarios deben de realizar sondeos y construir pilares. Caso contrario, no encontrarán quien les arrienden las tierras. En los pastos de verano, regiones altas de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas, la nieve les impide quedarse a los que no disponen de refugio para sus animales.

 


Camino de la tiná de Buen Pastor en el Cornicabral (Beas de Segura)

Ganaderos de otras latitudes: Guadalaviar (Teruel), Castril… También buscan el abrigo invernal que les proporciona las estribaciones de Sierra Morena. Todos cargan con la misma incertidumbre: la falta de agua para beber. Los pastos de invierno ya están perdidos. Hay que echar de comer. Seguirán mirando al cielo a ver si la primavera rompe lluviosa. El pastor se pasa el día mirando el firmamento. 

Si no llueve, de aquí a reyes, el que tenga medios se quedara, el que no, se arriesgara a bajar. A partir de esa fecha comienza la paridera y el camino ya no es posible. Eso sí, pagará religiosamente los pastos de invierno. No quieren perder la finca, entre otras cosas, por los problemas burocráticos y la perdida de la subvención de la PAC. Hogaño, si queda algo, será justo para comer en casa: Los piensos por las nubes, el gasóleo ni te digo… Estas gentes duras, como la tierra que pisan, dicen la frase del 23 de diciembre: por lo menos tenemos salud. Eso es lo que les va a quedar esta temporada: salud. Son el sector olvidado. Cuando se acuerdan de ellos, que más vale que no se acuerden, pues siempre es para algo malo, sobre todo si el que habla es el ministro Garzón. Los políticos animan al relevo generacional. Aunque con estas incertidumbres que padre alienta a sus hijos a que lleve esta vida. ¿Lo harían ellos? Lo que no quieras para ti, no se lo desees a tu prójimo. Si le faltaba algo al año, la PAC, les obliga a aumentar la carga ganadera, es decir, que tienen que tener más animales en la misma tierra para cobrar igual. 

Mientras, los científicos dicen que hay que procurar que el medio se regenere disminuyendo las cargas ganaderas. Contradicciones entre políticos, que no tienen ni idea, y científicos que si la tienen ¡Un disparate! Pero ¿Quién manda? Pregunta que ya respondió claramente en su día nuestro actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ósea, los políticos, un cáncer necesario si queremos vivir en democracia. Si alguien no lo remedia, la trashumancia tiene los días contados. Tal como está hoy: sequía, precio de los piensos, falta de condiciones mínimas en los invernaderos… no es viable desplazar el ganado, pero tampoco es rentable quedarse. La solución es venderlo, sobre todo las ovejas: mucho esfuerzo para poca recompensa. Las pocas incorporaciones que se producen son en cierto modo ficticias, sirven para darle a la explotación familiar un poco de oxígeno: se incorpora el hijo, agarra el dinero de la administración, aguanta los cinco años que le obliga la ley, y después “les pega fuego a la ganadería”. 

 

  

El paso del hato por la aldea del Campillo (TM de Chiclana de Segura) 

Si la administración no apuesta en firme por la ganadería extensiva, en pocos años quedará desmantelada. Cuando aparezca una crisis, que la habrá, nos acordaremos de ella, pero ya no habrá pastores, vaqueros, ni profesionales que sepan manejarla. Estas enseñanzas pasan de padres a hijos y cuando trascurra un tiempo se habrá roto la cadena. Solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Y va a tronar gordo. 


Antonio Rodríguez Rodríguez, veterinario y ganadero

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


2 comentarios:

  1. Parece ser que eso es lo que se pretende, el desmantelamiento del sector primario,lo llevan a la ruina.

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