lunes, 31 de octubre de 2022

VACAS, LECHES ARTIFICIALES E HIPOCRESÍA DEL SER HUMANO

 



Artículo en la edición impresa del Diario Jaén
"La Semana", domingo 30 de octubre 2022



El freno del cambio climático tiene en el punto de mira la ganadería. En el mundo hay, aproximadamente, 23.000 millones de pollos, 1.500 millones de vacas, 1.000 millones de ovejas, 850 millones de cerdos, 700 millones de cabras… de entre todos ellos, en el centro de la diana se encuentran las vacas, hasta tal punto que países como Nueva Zelanda que, en el 2021, aprobó el plan de lucha contra el cambio climático, contempla reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Para conseguirlo, una de sus acciones es disminuir la población bovina en un 15% antes del año 2050. 

Al paso que vamos esta preocupación no la van a tener los gobiernos. Tal como avanza la ciencia y la dirección que ha tomado, en un futuro no muy lejano, la casi totalidad de las granjas desaparecerán.  

La tarjeta de presentación de la vaca dice: libero 300 litros de metano al día, un litro de mi leche contamina igual que si se quema medio litro de gasolina… los beneficios que aporto no les interesa a nadie. 

 


Todos los animales (y nosotros somos un animal más) que consumen vegetales generan en su digestión metano, gas de gran efecto invernadero. La producción de estos vegetales, su recolección y trasporte a la granja también genera gases de efecto invernadero, pero esto último no sucede en las explotaciones en extensivo bien gestionadas.

Hay una carrera por producir leche artificial o leche sintética sin necesidad de vacas. Mediante técnicas complejas, que resumidas de manera sencilla serían: el gen que codifica la proteína de la leche de vaca es introducido en un hongo (levaduras modificadas genéticamente) y obtienen en primer lugar caseína y proteínas de suero de leche y al final del proceso la leche sintética. Para llegar a la obtención del producto final las levaduras se mezclan con minerales, azúcares, vitaminas, saborizantes, grasas… 

Las “maravillas” de este producto ya las están difundiendo las industrias involucradas y que dicen son: color, sabor, textura… prácticamente idénticos a la natural. Las propiedades nutricionales se pueden modificar sumando o restando componentes, con lo que consiguen un producto a gusto del consumidor: sin lactosa, añadiendo vitaminas, calcio, magnesio… obteniendo un producto más acorde a cada necesidad. No habrá “explotación animal”. Reducirá el impacto ambiental (menos emisiones y huella hídrica), siendo una producción más sostenible. Su fecha de caducidad será más larga que la de la leche natural. Podrá ser consumida por los veganos. Será un producto más sano, al controlar los ingredientes, por ejemplo, la lactosa (no digestible para el 65% de los adultos) o sustituyendo las grasas saturadas por grasas no saturada que son más saludables.   

 


 Aún no ha nacido su hermano y ya hace por mamar. Su madre le empuja hacia la ubre. El ganado en extensivo vive en libertad, se alimenta de las hierbas del campo y pare según los ciclos naturales; no hay maltrato. 

En cuanto a las levaduras modificadas genéticamente, dicen que no supone ningún peligro. 

Se cree que estas “leches” van a revolucionar la industria alimentaria. Sus futuro está muy cercano e irá en aumento cuando sea introducida en quesos, yogures… El objetivo es que en pocos años se consiga que sean más baratas que las naturales; la palabra clave la de barato. 

Si a todo esto le sumamos que las carnes sintéticas también es una apuesta de futuro cercano, mal porvenir se le presenta a la ganadería intensiva (de granja). Sin embargo la ganadería extensiva, creo que si tiene un buen futuro. Siempre habrá gente que quiera alimentarse de forma natural, aunque esta alimentación no estará al alcance de todos. A lo que hay que sumar que la ganadería extensiva proporciona beneficios medioambientales. 

Los humanos somos los tiranos del planeta. Nuestro capricho, bienestar, ocio, diversión… está por encima de las leyes de la naturaleza. Nadie ha realizado un estudio sobre lo que contamina el fútbol, deportes de todo tipo, nuestras vacaciones, desplazamientos por placer, conciertos, alumbrados navideños… Seguramente cualquiera de estas actividades contamina más que las vacas, pero es más fácil eliminar estas que renunciar a nuestros deseos, que nada aporta a la casa de todos, que es el globo terráqueo.

 

Antonio Rodriguez Rodriguez
Veterinario y ganadero

 


3 comentarios:

  1. Da miedo el futuro, porque con lo fáciles de convencer que somos últimamente, si hay que ver una leche sintética blanca y con sabor y textura igual a la producida por una vaca, pues se ve y ya está!.
    Quién se va a cuestionar que estos estudios no van encaminados a la mejora del medio ambiente sino a hacer negocios suculentos sin importarles a quien perjudiquen?
    Ojalá la ganadería extensiva no sea su próximo objetivo. Pero si seguimos el rastro del dinero, tendremos respuestas a casi todas las preguntas, y en este caso,no nos van a gustar

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    1. Antonio Rodriguez Rodriguez1 de noviembre de 2022, 18:07

      Detrás de un gran proyecto siempre hay una mente iluminada. Por parte de esa mente puede haber altruismo o negocio. Alcanzar una meta como esta lleva años de investigación y millones de inversión. Lo que esta claro es que los que ponen el dinero piensan multiplicarlo. Su objetivo no es la ganadería extensiva, esta son solo unas migajas del pastel. Por otro lado en régimen extensivo la producción de leche es prácticamente nula. Mi preocupación es ver como día a día la alimentación se hipoteca con las grandes multinacionales. Me hago la siguiente pregunta ¿Qué pasara cuando hayamos desmantelado todo y nuestra nutrición este en manos de cuatro? La carne va a recorrer el mismo camino. ¿Seremos unos "apesebrados" que harán con nosotros lo que quieran por un plato de lentejas? La carne y la leche natural será como el Jamón de pata negra; solo lo podrán comer cuatro. En resumen esto es como la pólvora: según se aplique. Si la utilizamos para abrir túneles es buena. Si la utilizamos para matar; no lo es.

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    2. Amiga Enriqueta, mi amigo Antonio, te ha contestado mucho mejor que yo. Gracias en su nombre por leerlo. Un abrazo.

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