sábado, 19 de septiembre de 2020

EL MOLINO DE LOS ÁNIMAS

 "Un hito industrial en el Camino de San Juan de la Cruz: El Molino de los Ánimas''

 Artículo del Manuela Rosa Jaenes en el Diario JAEN 19/09/20   


Texto:

Reivindican la recuperación de una industria única en Santiago de la Espada

 

MANUELA ROSA JAENES

   E Está ubicado en Santiago de la Espada, núcleo de población de Santiago-Pontones, en un lugar poco recorrido y especialmente deshabitado de la Jaén ''vaciada''. En el Camino de San Juan de la Cruz, inmerso en un paisaje de ensueño, se alza una especie de cortijada que, hace más de cien años, era una auténtica industria.

   Se trata de un molino harinero, una central hidroeléctrica y una fábrica de borra que tuvo su esplendor a principios del siglo pasado y que, hoy en día, a punto está de caer en el olvido, en el abandono y, por supuesto, en la total desaparición. Un estudio intenta sacar a la luz una auténtica joya con la ayuda de las administraciones públicas.

   "Un hito industrial en el Camino de San Juan de la Cruz: El Molino de los Ánimas''. Así se titula el pormenorizado documento realizado por el jiennense Miguel Mesa, quien consiguió contactar con los dueños del edificio para intentar poner al servicio del turismo algo que fue todo un emblema en Santiago-Pontones. Sus propietarios trataron de mantener el molino, con medios propios, para que no se derrumbara y, en cierta medida, se puede ver en él el deterioro del paso del tiempo, pero nada más, porque su interior sigue intacto, tal y como llegó a funcionar en su época.

   Ubicado en las juntas del río Muso y Arroyo Frío, antes de desembocar  en el río Zumeta, la actividad comenzó en el molino harinero en torno a 1920 y terminó la molienda en 1980. La producción eléctrica empezó una década después y finalizó un lustro  antes. Y, sin embargo, la borra duró apenas veinte años, entre los años 40 y 60, puesto que apareció en el mercado la goma espuma, material que se introdujo en los colchones, almohadas o en las cabeceras de los escaños, tan populares en la sierra.

   El edificio y sus anexos están, tal y como lo atestigua un azulejo en su fachada, en el término de  Santiago de la Espada, justo en una parcela de uso agrícola que supera los diez mil metros cuadrados.

 

Texto:

Santiago y Andrés  Sánchez, padre e hijo, demuestran con esta obra un gran ingenio.

    En una primera construcción se aloja el molino harinero, los almacenes y las dependencias de una vivienda familiar. En sus dos plantas se distribuye la maquinaria del molino: las piedras de la molienda, la tolva, el guardapolvo, los semilleros y el cernido de los cereales. En una segunda edificación anexa al edificio principal se ubica la central hidroeléctrica y la fábrica de borra. Y, en una tercera, un canal de obra por el que se conducía el agua desde el caz all molino. También hay un horno árabe, un auténtico lujo.

   ARQUITECTURA. Deja claro el estudio de Miguel Mesa qué la cimentación, aunque no se encuentra visible, está hecha mediante pozos y vigas de arriostramiento rellenas de hormigón. La fachada exterior es de piedra con argamasa o mortero de cemento, así como los forjados del piso intermedio.

   Un paseo por el interior deja claro el entramado de las vigas del forjado. La cubierta a una o dos aguas, según el inmueble, está construida por vigas y faldones totalmente en madera. En general, se trata de un molino muy antiguo y en buen estado que, en la época en la que se construyó, era una verdadera maniobra de paciencia, inteligencia y maestría.

   La central eléctrica constituye una obra de ingeniería, sobre todo por el lugar en el que se encuentra, a 1.300 metros de altitud, una zona con inviernos de nevadas y al lado de un arroyo caudaloso. "Un padre que era molinero para más señas, con la ayuda de su hijo de 12 años haciendo estas maniobras... es para ponerles una calle en Santiago de la Espada” comenta el investigador de esta obra Ellos, Santiago y Andrés Sánchez García, padre e hijo, fueron quienes dieron luz a más de trescientos vecinos de cinco aldeas, aunque fuera tan solo con una triste bombilla de sesenta vatios, algo más que un humilde candil.

   El maestro molinero, además de sus quehaceres habituales hacia también las funciones de operario de la central hidroeléctrica y de electricista para reparar la línea e, incluso, sustituir un poste si fuera necesario. Cuenta Andrés García que su padre tenían una chopera de la que sacaban los postes de madera para hacer alguna reforma o ampliación de la línea o para sustituir los que se dañaban por el efecto de las condiciones meteorológicas tan adversas que había en la zona.

  El completo documento, con cálculos realizados a mano por el ingeniero técnico industrial Miguel Mesa, recoge también la tercera actividad industrial de este centenario molino, la fabricación de borra. Se trata de un subproducto procedente de la ropa usada que recogían, en aquel entonces, los sastres, la metían en sacos y la llevaban al molino para triturarla y meterla en los colchones, cojines y almohadas, un ejemplo de reciclado que ya se hacía en Santiago - Pontones a mediados del siglo pasado.

   Sin embargo, la parte más antigua e importante de este complejo industrial que se pretende poner en valor fue concebido para moler cereales y producir harinas con destino a la alimentación humana del ganado. Contaba con la fuerza motriz del agua gracias a una completa infraestructura para que llegara desde el Arroyo Zumeta hasta las piedras de la molienda. lCómo lo hacía? Gracias a una canalización conocida con el nombre de "El caz” actualmente rodeado de una frondosa vegetación. El ingenio de Santiago Sánchez no tenía límites. El viejo molino molía trescientos kilos de grano cada día, ocho fanegas de trigo -cada fanega tiene unos cuarenta kilos-y diez de cebada Hoy en día, es una oportunidad única para conocer la historia más reciente de un rincón de la provincia que merece la pena visitar.

 (Leyenda de las fotografías)

DETALLES. Arriba, a la izquierda, canal de obra encima del acueducto; a la derecha, detalle de las vigas y el faldón de madera cubierta. Junto a estas líneas, Andrés Sánchez García muestra el interior de la maquinaria y, por último, vista interior del cárcavo.

 Jaén, 19 de septiembre 2020

 

Fuentes: Diario JAÉN 19.02.2020  
Maquetación: Miguel Mesa Molinos

 

domingo, 13 de septiembre de 2020

LAS BONDADES QUE OFRECE VIVIR EN UN PUEBLO

Las bondades que ofrece vivir en un pueblo

¡A la paz de Dios! Como ya peino canas, es un decir, antes de explicar a mi corto entender qué bondades ofrece vivir en un pueblo, me gustaría  comentar que soy de capital, nacido y ensolerado en Jaén, aunque tengo la suerte de llevar más de 35 años en Segura de la Sierra, considerándome como hijo adoptivo del pueblo, y diría más, de la Sierra de Segura.

En Segura “nos invitan a las bodas y nosotros vamos a los entierros”, y por desgracia hay más de lo último que de lo primero, al menos de un tiempo a esta parte ¿Qué quiero decir con esto? Pues que siento muy adentro a este pueblo que nos acogió hace muchos años, y bajo esta experiencia de tanto tiempo intentaré explicar qué bondades ofrece vivir en un pueblo.

Podría entrar en los tópicos de que el entorno es tranquilo, que se vive de una forma más sencilla que en la ciudad, permite vivir cerca de la naturaleza y disfrutar de bellos paisajes, respirar aire más puro, que el coste de la cesta de la compra es más barato, el transporte, etc. etc., pero al margen de lo que es evidente, para mí lo más importante es:

  • Que tus vecinos son como los vecinos que conocía en mi niñez cuando vivía en la plazoleta de la Sección Femenina: Pepe “el percha”, Pepe “el ratón”,  “Mama Pepa”, Juanín, Leli, Carmela…
  • Que cuando haces un trato o quedas con alguien en hacer cualquier cosa y te da la mano  ¡eso va a misa!, pues los vecinos de cualquier pueblo, al menos la inmensa mayoría, por las mañanas se “visten por los pies”, como decía mi padre q.e.p.d.
  • Que su casa es la tuya de verdad, y no a medias tintas.
  • Que cuando llegan las fiestas, la vida cotidiana  se paraliza de verdad tres días, para vivirlas intensamente. Primero la fiesta religiosa de la Patrona, en mi caso La Virgen del Rosario, y de camino en La Matea, “La Milagrosa”, después la liga en un chiringuito de unos que vienen todos los años de las Navas de San Juan, ¡ah! el almuerzo, después de los toros, unos “tallos” con chocolate y los cubatas de la tarde. A la noche,  después de visitar otra vez el chiringuito, una “miaja” de baile y la “despedía”, y todo esto con los vecinos de todo el pueblo ¿Qué se puede pedir más?
  • Ir por la calle, aunque sea a comprar el pan, te paras con unos y con otros, vamos, que llegas tarde a tus quehaceres si te descuidas un poco.
  • Que con tus vecinos sufres y te alegras de sus males y de sus alegrías, aunque no sean tu familia, pero estás ahí y eso lo vives intensamente.
  • Que tus vecinos tienen gracias y ocurrencias “pá reventar”. Un día se murió mi vecino Kiko y estábamos en una pequeña habitación de su casa el hermano Andrés “El Bandolero”, La mujer del difunto, Bienvenida, mi mujer y yo,  y Kiko de cuerpo presente...”El Bandolero” le pregunta a Bienvenida ¿Tiene puesto Kiko el reloj?, está sale corriendo y efectivamente lo tenía puesto en la muñeca... la escena vivida es para el recuerdo y sin comentarios.


Y así podría seguir contando que tenemos espacio y tiempo, vives las estaciones más apegado a la naturaleza y coges sus frutos. En tiempo difícil llega la penuria pero no la necesidad, y nada pasa por alto para lo bueno y lo malo.  

Pero todo no va a ser tan bonito. En el otro platillo de la balanza está la falta de trabajo, de servicios públicos en general, como el transporte para poder ir a cualquier lugar y para muestra en Santiago - Pontones, aunque parezca mentira, no hay autobús de línea si quieres ir o salir del pueblo, y para el Levante,  ni te digo..., de lugares de ocio tal como los entendemos en nuestra forma de vivir de urbanitas,  y si hablamos de la Universidad eso ya es otra cuestión, aunque se quedaría uno sorprendido si le preguntas a cualquier persona del pueblo, por muy humilde que sea, qué carrera tienen sus hijos: Ingeniera naval, ingeniero industrial, médico, bióloga, veterinaria, informático... pues el esfuerzo de los padres para que sus hijos tengan mejores oportunidades que ellos, es admirable.

Como colofón me quedo que con la humanidad que se vive en los pueblos, no se vive en ninguna ciudad. Nunca estás solo,  aunque te falten muchas comodidades, pero yo digo como  aquel que le preguntaron ¿tienes frío? Y contestó el paisano ¿Para qué? si no tengo abrigo…

Al final me quedo con una preciosa puesta de sol que no tiene precio,  desde el patio de una casa de Segura, que puede ser desde cualquier atalaya, balcón, terraza… y eso solamente se puede vivir en cualquier pueblo de nuestra querida tierra.



Jaén, 13 de septiembre 2020




  • Artículo en el Diario JAÉN , 13.09.2020
  • Texto y fotografías: Miguel Mesa Molinos