Artículo DIARIO JAÉN en el cuadernillo "La Semana": Crónica de una jornada en los agostaderos de los Campos de
Hernán Pelea.
A lo largo de cuatro años, he ido contado mis experiencias como aprendiz de pastor a lo largo y ancho de las vereas trashumantes de invierno y primavera con mis “jefes”, los hermanos García Rico “Los Carlillos” de la Matea, pero me quedaba vivir con ellos una noche en los agostaderos de verano en los Campos de Hernán Pelea.
-
El
Puerto
Voy a poneros en
situación. Cuando a finales de mayo, principios de junio, llegamos con el hato
a los Campos a pasar el agostadero de verano procedentes de Sierra Morena, el
hato, en nuestro caso unos 2.300 animales, entre ovejas y un número pequeño de
cabras y machos cabríos, se divide en dos grupos. El primero, unas 1.300 ovejas
aproximadamente, de las que una cantidad aún por determinar están preñadas o
“preñás”, pues han tenido a los carneros en la dehesa de Sierra Morena, se
quedan en una zona que le llaman “El Puerto”, a una cota de 1.650 metros de
altitud media. Este agostadero está a los pies de Las Empanadas (2.107 m de
altitud). Este pico está situado entre los límites provinciales de Jaén y Granada
y entre los parques naturales de la Sierra de Cazorla, Segura y Las
Villas (JA), del que es el punto más alto, y el parque de la Sierra de
Castril (GR). Por supuesto cobertura de móviles, “nati de plasti”. Aquí los
pastores, tanto de Santiago – Pontones, como los de Castril, Fátima… ya en
Granada, no tienen posibilidad alguna de comunicarse, ni tan siquiera con el
¡112!, vamos lo que se dice “dejados de la mano de Dios” y hay casi 30.000 mil
cabezas de ganado.
En este agostadero del Puerto, hay una tiná y un tornajo con siete pilas que recibe el agua de una fuente que brota en el “Collao Salistre” a 1.811 metros de altitud, que sirve de apoyo a los pastores que tienen asignado este territorio. Hago referencia a las altitudes de este agostadero para que nos hagamos la idea en donde nos encontramos.
- El
Collao de la Paja
El segundo grupo, unas 1.000 ovejas, más unas 40 cabras y los machos cabríos los llevan a otro agostadero, también en los Campos, situado a unos 9 km de distancia. Aquí no hay tiná, tan solo un refugio llamado “Collao de la Paja” (1.775 metros de altitud) y un corral aprovechando una depresión geológica denominada “dolina” que es típica de los Campos, a la que también se le conoce por “torca”.
- Los
refugios de montaña
Haciendo un inciso, quiero mencionar que en los Campos hay una serie de refugios que están acondicionados para que senderistas pasen la noche. Es importante saber que los pastores de antaño lucharon mucho en su época para que el Estado se los construyeran con el fin de darle refugio y apoyo en todas las épocas de año, sobre todo protegerse de las situaciones climatológicas tan adversas que se dan en el territorio: tormentas, lluvia, heladas, nevadas…En la actualidad están acondicionados para pasar la noche, pero con frecuencia, aunque parezca mentira, sufren numerosos actos vandálicos de los “supuestos ecologistas - senderistas” pues rompen los cristales, dejan suciedad, encienden fogatas en la puerta de entrada, y hasta se ha dado el caso de unos cazadores furtivos que abatieron un ciervo, le quitaron el trofeo y el cuerpo lo arrojaron al aljibe que recoge el agua de la lluvia…, como diría un paisano “hay gentuza para todo”
¿Cómo trascurre una jornada en los agostaderos?
- Ponerse
en situación
Mes de julio, luna llena, numerosos “peazos” de tierra sembrados de trigo ¡aún verde!, los animales ya esquilados, ni una sola nube en el cielo, temperatura que ronda por la noche los 10 grados o menos y durante el día más de 30 y un sol de justicia. Ahora si estamos ya situados.
- Las
ovejas
Las ovejas sobre media
mañana, y debió al calor, se “acarran”, es decir se protegen del sol
agrupándose colocando sus cabezas bajo el vientre de las demás, quedándose así al
menos hasta medía tarde. A partir de ese momento se ponen a caminar, comiendo las
hierbas que se van encontrando en el camino para luego digerirlas, y así están
toda la santa noche, y parte de la mañana, bueno, también se acercan a los tornajos
próximos para saciar la sed. En su
camino por el territorio que tienen asignado, se topan con números pedazos de
tierra sembrados de trigo. Como es de suponer, les atrae entrar en el sembrado
y comer a “mandíbula suelta”.
- Los
pastores
En principio ya nos hemos
situado, por otra parte, sabemos que las ovejas se “acarran” desde media mañana
hasta media tarde, el resto de día y noche anda y comen.
Ya tan solo nos queda hablar
de los pastores ¿Qué misión tienen estos?, pues es bien fácil la respuesta: Estar
todo el día pendiente de ellas conduciéndolas por el agostadero, llevarlas a
los tornajos para que sacien la sed, dejarlas a la noche de “careo” , y al
amanecer ¡5,30 de la mañana! estar de nuevo pendientes por dónde anda, que no
se mezclen con las del vecino, y sobre todo estar pendiente de su peor enemigo:
¡que no se metan en las siembras!, es decir, eso supone estar toda la santa
noche, mañana y tarde despiertos, sobre todo las noches que hay luna, en la que
los animales se mueven como si fuese pleno día. En las noches que no hay luna, los
pastores pueden al menos echar un “cuscurrón hasta que amanece”, o en la picak
o en algún refugio, eso un día tras de otro, y así junio, julio y parte del mes
de agosto, hasta que recogen las siembras.
- La sala de curas o el hospital de día
Antes hemos relatado una
serie de tareas que nuestros anegados pastores llevan a cabo a lo largo de todo
el día, incluida la noche, pero nos hemos dejado atrás una de ellas, que para
mí tiene una importancia fundamental y que entra de lleno en eso que llaman “el
bienestar animal”, y es la capacidad,
más bien el buen oficio, que tienen de detectar si una oveja, en nuestro caso,
cojea porque tiene una herida entre las pezuñas, o tiene clavado un “rompesacos” en la piel o en
un ojo, o bien si tiene una herida en el
cuello, o las ubres hinchadas… y así un largo etc., que son pequeñas heridas,
dolencias… que a veces tienen consecuencias nefastas si no las ves y no actúas
rápido… pues en una herida abierta se “caga la mosca”, aparecen los gusanos, y estos
son capaces de matar a la oveja... así de duro y crudo.
- ¿Cómo
detectan si una oveja no se encuentra bien?
Eso sorprende aún más si
cabe, pues vas caminando detrás del hato, p.e.j. en el agostadero, y te dicen:
van dos o tres animales cojos, y otro no me gusta como tiene el ojo, hay otra
que renquea y no me gusta la marcha que lleva… eso cuando estás entre unos ¡1.000
animales! en un amplio frente y entre
matorrales ¡tiene su mérito detectarlo!, y sobre todo ¿Cómo lo solucionas?,
pues coger a un animal a cielo abierto siguiendo la normativa específica de
bienestar animal, no lo consigue ni el portero de la selección tirándose a
parar un penalti.
- La cura
Es nuestro caso, José
Carlos, en el agostadero del Pinar, optó por llevar al hato a la tiná por la
mañana y encerrarlas en el corral, ayudado por su carea, que para más señas
está aprendiendo, pero ese cometido ya lo ha superado. En el corral y
observando al conjunto de los animales que estaban abigarrados, fue cogiendo
una a una a las ovejas que había detectado con dolencias, y para eso hay que
tener mérito. A una le había entrado en el ojo un “rompesacos” y le sangraba,
otras tres, tenían entre las pezuñas heridas, otra una herida en el cuello… Una
vez inmovilizadas le fue aplicando la cura pertinente, eso sí, siguiendo la
normativa específica para estos casos y que han aprendido en los cursos de
bienestar animal a los que han asistido, bueno, también aplicando la lógica y
los años de oficio heredado de su padre. A cada oveja que curan le ponen una
marca en el vellón. De esta manera las tienen localizadas de forma fácil para
seguir con el tratamiento hasta su cura total.
010_ El hato ya en la tiná. José Carlos localizando a las ovejas
heridas.
011_ En plena cura en el improvisado hospital de día.
012_Tiene mérito y sobre todo oficio, localizar a una oveja herida entre ¡1300!
Terminamos y dejamos a los animales otra vez a “careo”, pero como ya rondaban las 10 de la mañana, éstos se fueron directos a una zona para sestear hasta la tarde. A la vuelta y cerca del refugio de Cañada Mergosa, nos encontramos con Domingo y su hato, el que había detectado que también a algunas de las ovejas había que curarlas, poniéndonos manos a la obra para solucionarlo, pero en este caso con más dificultad, pues no había corral, pero si experiencia suficiente aprendida para estos casos.
Ya eran más de la once de
la mañana, dejamos a los hatos y regresamos a la Matea para “almorzar”, como
dicen los serranos, que no es lo mismo que desayunar o comer, y así hasta las 5
de la tarde que de nuevo hay que partir para los Campos a empezar con el día.
Me ha faltado explicar
dónde echamos el cuscurrón de la noche. Refugio del Collao de la Paja, una cena
ligera debajo de una pequeña bombilla, tres camastros… los careas en el quicio
de la puerta, y en el exterior la soledad de los Campos debajo de la cúpula de
un cielo limpio en dónde la vía láctea resplandecía de forma espectacular ¡todo
un espectáculo!, que compensa en parte la jornada, por decirlo de alguna
manera, que a diario tienen los pastores de Santiago – Pontones, Castril,
Fátima… en los Campos, pero igual de dura que los pastores de otros lugares,
pues los animales nos tienen vacaciones y comen a diario… Así que detrás de esa
carne de cordero segureño, como es nuestro caso, hay una ardua tarea y
sacrificio que pocos reconocen.
Los Campos
de Hernán Pelea, julio 2021
Textos,
fotos y maquetación: Miguel Mesa Molinos.