El convento de San José del Carmen en Sevilla fue la undécima Fundación de Santa Teresa.
01_Fachada en la calle Santa Teresa del convento e iglesia de San José del Carmen.
02_ Detalle de las puertas de entrada a
la iglesia y al convento.
Los prolegómenos de la Fundación.
De forma sucinta os
describo los prolegómenos de la Fundación:” … Cuando estaba en Beas de Segura dispuesta
la Santa para salir hacia Caravaca, con el encuentro con el P. Gracián,
consideró más importante ir a fundar a Sevilla, después de recibir el permiso
conveniente. El camino de Beas a Sevilla fue bien dificultoso, no solo aquel paso
del Guadalquivir en la noche, como ella cuenta (F. 24) sino también por lo
distante y abrupto del terreno, especialmente en el Reino de Jaén. Pero además
en Sevilla, a la que llegó con pocas
monjas y el 26 de mayo de 1575, como en todas las fundaciones padeció sus
dificultades; era la ciudad más populosa de España, pronto el calor le afectó,
tuvo que comenzar en una casa alquilada, por lo que estuvo allí hasta el 1576
después del traslado, pero cuando ya
estaba todo resuelto sólo faltaba el poner el Santísimo Sacramento, y el final fue apoteósico en gentío y
fiesta, y resultó ser una gran
ceremonia, lo que la Santa quería hubiera sido algo sencillo…la mucha gente,
las calles adornadas, con mucha música, tiros de artillería y cohetes…y
sucedió algo que dejó a Teresa fuera de
sí: el Arzobispo D. Cristóbal de Rojas y
Sandoval, de rodillas, pedía la bendición de la monja y no se levantaría hasta
recibirla. (F. 24) Diez años después las monjas dejaron el bullicioso
embarcadero de las Indias y se trasladaron al barrio de la Santa Cruz,
asistiendo a ello el mismo San Juan de la Cruz…”
Ninguna fundación ha querido el Señor sin mucho
trabajo (F24.15)
En el libro de la Fundaciones, en los
capítulos XXIII y XXIV (F23-24) la Santa Madre nos cuenta como fue la Fundación
de Sevilla. Cerrar los ojos y escuchar lo que nos dice: “… Al padre Gracián
le parecía muy fácil fundar en Sevilla porque se lo habían pedido algunas
personas y creía dar gusto al arzobispo. Yo, que siempre había rehusado mucho
fundar en Andalucía y fui a Beas creyendo que era Castilla, le obedecí, y
enviamos a Sevilla las monjas que iban destinadas a Caravaca.
Tardando
9 días desde Beas, llegamos a Sevilla el 26 de mayo de 1575, habiendo pasado
grandísimo calor en el camino.
A
llegar supe que no daba licencia el arzobispo, Cristóbal de Rojas y Sandoval, para fundar en pobreza, y
solamente una blanca nos había sobrado del gasto del camino, menos mal que poco
a poco el ilustrísimo se ablandó y después nos hacía merced en todo.
En
una ciudad tan caudalosa como Sevilla, hubo menos aparejo de fundar que en
todas las partes que había estado, tanto, que pensé algunas veces no quedarnos
allí. No sé si es el mismo clima de la tierra, que nunca me vi más pusilánime y
cobarde en mi vida, aunque la confianza en nuestro Señor no se me quitaba.
Tanto pedíamos a Dios una casa, que él me dijo: ¡Ya os he oído, déjame a mí! Vino entonces de las Indias mi hermano Lorenzo que llevaba 35 años allá, y nos ayudó a comprar una casa muy buena a la que nos pasamos una noche con harto miedo, en amaneciendo, se dijo la primera misa en ella.
Durante
un mes trabajó mi hermano harto en hacer la Iglesia y acomodarlo todo. Para que
fuese conocido el monasterio en Sevilla, se trajo el Santísimo Sacramento con
mucha solemnidad, fue el 3 de junio de 1576.
Se
juntaron los clérigos y cofradías, se aderezaron las calles y hubo música y
ministriles. Cuando me arrodillé a pedir la bendición al arzobispo, cuál no fue
mi confusión, al ver que él también lo hizo. Mire que sentiría, cuando viese un
tan gran prelado arrodillado ante esta pobre mujercilla, sin querer levantarse hasta
que le echase la bendición en presencia de todas las religiones y cofradías de
Sevilla.
Qué
consuelo me dio dejar a las hermanas en casa tan buena. Cuando podía tener
algún descanso, me fui el día siguiente de la fiesta, porque el calor entraba
grande. Ni un día siquiera oír misa en la iglesia.
Harto
se les ahogó el contento a las monjas con mi partida, que sintieron mucho, tras
pasar juntas un año y tantos trabajos que dejara la primera fundación de Ávila,
ninguna me costó tanto como esta.
Para
consolarlas, el padre Gracián me mandó dejarme retratar por fray Juan de la Miseria.
Tan mal lo pasé, que cuando vi el cuadro acabado le dije: ¡Dios te lo perdone
fray Juan! que, ya que me pintaste, me has pintado fea y legañosa.
04_Fray Juan de la Miseria pintó el
rostro de Santa Teresa sobre lienzo (800 × 978 cms), que es el cuadro
más parecido al aspecto original, por realizarlo con la protagonista delante de
sus ojos, y con los pinceles en la mano.
Otra reliquia tiene mis hijas de Sevilla, mi autógrafo de “Las Moradas” (*) dónde está toda mi alma. Allí está desde 1618, como relicario de plata y lapislázuli (**), las murallas de mi Ávila, la fortaleza visible de mi castillo interior...”
(*)
Este tratado, llamado “Castillo interior”
escribió Teresa de Jesús a sus hermanas e hijas las monjas. Escrita en 1577 como guía para el desarrollo espiritual a través del
servicio y la oración. Inspirada en su visión del alma como un diamante con
forma de castillo, dividido en siete mansiones. La obra se concibe como el
progreso de la fe en siete etapas, que concluye con la unión con Dios.
(**)
Mineral de color azul intenso, tan duro como el acero, que suele usarse en objetos
de adorno. Antiguamente se empleaba en la preparación del azul de ultramar. Es
un silicato de alúmina mezclado con sulfato de cal y sosa, y acompañado
frecuentemente de pirita de hierro.
El
convento ocupa actualmente una parcela de 2.579 m2, con una superficie
construida de 3.917 m2, dando vista su fachada principal a la calle Santa Teresa,
№ 5 en el barrio de Santa Cruz (Datos catastrales de Bienes e Inmuebles).
06_ Parcela que ocupa el convento e iglesia de San José del Carmen en pleno barrio de Santa Cruz.
07_
Vista aérea del convento e iglesia (se pueden observar la S.I. Catedral y el
Archivo de Indias).
08_
Vista del patio interior, entrada a la iglesia, al convento
y
detalle del torno.
09_ Cruz colocada por San Juan de la Cruz en el zaguán de entrada al convento.
10_ Vista de la torre de la Giralda desde el claustro superior del convento.
11_ Claustro y patio interior.
12_ Claustro en el piso superior.
13_ Pasillo interior del convento.
14_ Coro inferior dando vista al presbiterio. Detalle de la reja de clausura y del órgano.
15_ Capilla interior.
El interior de la iglesia
En 1576
Santa Teresa tuvo que abandonar Sevilla por orden del Superior General y por
obediencia, recluirse en el convento de Toledo, apartada de toda actividad
fundadora.
En los
tres últimos años de su vida, entre los 60 y 62 años y con la salud muy
deteriorada, Teresa tuvo arrestos suficientes para acometer las cuatro últimas
fundaciones. Para las dos últimas, Soria y Burgos, se encontraba sin fuerzas,
enferma y a punto de abandonar cuando recibió este mandato: “¿Qué
temes? ¿Cuándo te he fallado yo? El mismo que he sido, soy ahora; no dejes de
hacer estas dos fundaciones” Y comenta a renglón seguido “Así
quedé determinada y animada, que todo el mundo no bastará a ponerme
contradicción y comencé luego a tratar de ello y comenzó nuestro Señor a darme
medios”
Bibliografía:
-
Antonio Aranda Calvo,
sacerdote de la Diócesis de Jaén «…Presencia de la Eucaristía en las
fundaciones llevadas a cabo por Santa Teresa...»
-
Vídeo: Espejos de España, Las
fundaciones de Teresa de Jesús.
-
Miguel Mesa Molinos: Textos,
fotografías, diapositivas y maquetación.