Después de una noche de
mucho, mucho frío…,viendo las caras de los animales ya nerviosos por
salir, nos ponemos de nuevo en marcha
para afrontar la última etapa, más corta que la de ayer, 21.10 km, pero con
la ventaja, que a excepción de los primeros kilómetros que iremos caminando por
la carretera A-312 (Linares-Albacete) acompañados por la Guardia Civil de
tráfico, dándoles desde aquí las gracias por el apoyo que le dan a los pastores
trashumantes de Santiago, tanto en la “verea de arriba” como en “la de abajo”,
el resto ya es a través de la dehesa, entre chaparros, encinas, pisando hierba
que ya está creciendo en los prados… lo que supone que las ovejas caminen mucho
más tranquilas sin que haya que ir arreándoles, aunque los careas siguen
atentos a las órdenes de José Carlos o Daniel… vamos como se decía antiguamente:
“Como si fuéramos por la pista Barajas”.
Dejamos atrás Santisteban del Puerto, un pueblo del Condado que bien merece una visita por su cultura, sus tradiciones, sus monumentos como: El museo del escultor Jacinto Higueras, autor entre otras obras de las esculturas en bronce de las Batallas en Jaén, o del Cristo de la Buena Muerte que se venera en la S.I. Catedral, entre otras… el castillo de San Esteban, la iglesia de Santa María del Collado o la de San Esteban, y sobre todo preguntar dónde se encuentra la Mayordomía de la Stma. Virgen del Collado y visitarla, quedaréis sobrecogidos por el recibimiento que os hará la familia que la tiene acogida este año.
A dos kilómetros del pueblo llegamos al paraje del yacimiento de las Erillas Blancas, en donde se encuentran diferentes huellas de dinosaurios del periodo Triásico, con más de 250 millones de años. Es un espectáculo ver caminar al hato entre grandes y pequeñas esculturas erguidas de dinosaurios. Desde aquí y durante 2 km iremos caminando por la carretera A-312
Ya hemos pasado Navas de San Juan. Es mediodía, toca el almuerzo y un descanso para el hato.
Fg.9-10) El hato descansando.
Es de las pocas veces que
se acuestan las ovejas a lo largo de la verea, señal de que saben que se acerca
el final ¡Son listas como ellas solas!
Las caras lo dicen todo, después de jornadas subiendo y bajando cuestas… Hoya Morena, La Lancha, la cuesta de los Pozos… podemos almorzar tranquilos.
Después del almuerzo hay que ordeñar a las cabras para aligerarles las ubres. Luego esa leche servirá para amamantar a los borregetes que nacen un poco debiluchos. Aquí todo el mundo tiene una misión, desde la vaca, los perros, los mansos, las cabras, los caballos y hasta el aprendiz que suscribe.
Antes de afrontar la tarde y llegar a la tiná de la dehesa, hay que contar a los animales ¡uno a uno! con un sistema arcaico que mañana Dios mediante lo describiré en el apartado. Este año no ha faltado ningún animal después de las jornadas tan malas que han hecho, el mérito: Los años de oficio de los Carlillos.
Final de la etapa, pero no de la verea, mañana
queda el apartado y repartir las ovejas por la dehesa, pero eso será mañana
después de descansar por fin en ¡una cama! como Dios manda.
Buen trabajo, perfectamente estructurado y detallado. Enhorabuena.
ResponderEliminarLos trazados de la verea los tienes en formato GPS ? saludos
Buenos días y muchas gracias por su cometario. No dispongo de los archivos para el GPS. Podría enviárselos en *KML pero me llevará unos días. Ya me dirá. Un saludo y de nuevo gracias. Miguel Mesa
EliminarMe ha encantado esta nueva entrada donde tan bien nos describes ese pedazo de ruta que los pastores, como una parte más de su vida, realizan con gran diligencia y cariño hacia los animales. La trashumancia siempre me ha fascinado, esos días de convivencia entre compañeros y animales tiene que ser muy enriquecedora, ofreciéndonos hermosas imágenes como las que has subido tú. El trabajo de pastor es bastante duro y a la vez encomiable. (Lo sé porque en mi casa y cuando nosotros éramos niños, tuvimos ovejas, aunque a pequeña escala, a las que guardábamos y cuidábamos y a las que conocíamos a la perfección) Tu reportaje me ha traído a la memoria esos días en los que las tardes, después de venir de la escuela y con el libro debajo del brazo, se eternizaban en la serena tranquilidad de la primavera. Tardes de nuestra infancia, antes de que comenzara de manera plena para nosotros, la trashumancia de la vida. Muy bonita entrada, Miguel y gracias por tu excelente trabajo. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarAmigo Juan Basilio, sabes muy bien que me cuesta Dios y ayuda escribir. Nuestra amiga Rosa se ríe de mí, pues aunque he estudiado mucho a lo largo de mi vida, por desgracia he leído poco, al contrario de mi mujer, mis hijos, y de los nietos ni que decir tiene... Cuando te has referido a las tardes de primavera cuando eras chavea, me has traído a mi recuerdo un libro que leí cuando era adolescente, donde se describía las tardes de mayo en un patio empedrado; fíjate que bien lo describía el autor, que aún lo recuerdo... Creo, a mí al menos me pasa, que nuestros recuerdos de la infancia a la medida que nos hacemos mayores, van aflorando a nuestra mente como si hubiera pasado ayer.
EliminarGracias de todas formas por tus ánimos, siempre digo que con al menos una persona lea y disfrute con lo que cuento, me doy por satisfecho. Buen día.
Tu relato de cada jornada de la verea nos hace “pensar” en buenos momentos y vivirlos como si fueran reales!!! Mejor película imposible!! Gracias Miguel por mostrarnos toda esta maravilla con tanto entusiasmo!!!
ResponderEliminarBuenos días Lourdes, gracias por lo que dices. Me vendría bien insertar un emoticono de esos que se ve una cara con los mofletes colorados. Prepárate para mayo, nos vamos con los Carlillos y luego nos reenganchamos con Paco Valle… Un abrazo, gracias y buen día.
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